25/3/09

Se fue el Clásico, pero quedan las lecciones.

El Segundo Clásico Mundial de Béisbol pasó a la historia, pero dejó disímiles experiencias y emociones que en mucho tiempo será imposible olvidar.

A nosotros los cubanos – exigentes e implacables cuando de pelota se trata -, nos quedó el sabor amargo de no haber visto a nuestro equipo en la gran final tal como ocurrió en el 2006.

Muchos dicen: ¨este equipo era más fuerte que el de hace tres años, sin embargo…¨. Es cierto, yo pienso igual… pero, salvo algunas excepciones, la inmensa mayoría de los equipos fueron mejor preparados a esa confrontación y, además, - como señalara Fidel en sus Reflexiones -, Cuba fue ubicada en un grupo difícil a partir de la segunda ronda con la incorporación de Japón y Corea del Sur.

Tiempo atrás señalé que el staff de pitcheo de la novena antillana al Clásico era una gran incógnita, lo cual se despejó con una actuación discreta.

Por otra parte, la ofensiva fue oportuna y fuerte en la primera fase, pero cuando tuvo frente a sí el pitcheo japonés, dejó mucho que desear.

El Jefe de la Revolución señalaba algo muy importante: ¨nuestros bateadores no le tiran casi nunca al primer lanzamiento¨; recuerden aquel encuentro frente a Matzusaca, quien se montaba constantemente en el conteo frente a nuestros bateadores.

Y ya que hablo de lanzadores, soy del criterio de que Cuba cuenta con talento en ese difícil arte, pero hay falta de técnica, preparación técnico – táctica y concentración. ¿Qué hacer entonces?.

Primero hay que analizar a fondo - con modestia y con valentía-, dónde están las deficiencias, escuchar a quienes aman el béisbol y tienen opiniones y criterios, para luego proyectar un amplio programa de trabajo que nos conduzca a un futuro mejor.

Hay material humano, solo se necesita disposición, trabajo e inteligencia.

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