13/9/08

Flagelos del deporte, una preocupación de muchos.

El mercantilismo, la comercialización, el dopaje y la compra de atletas son flagelos que hoy día azotan con creciente fuerza al movimiento deportivo internacional.

Según un informe de la Asociación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF), Francia y España encabezan el deshonroso ranking europeo en la compra de talentos del atletismo.

Aquí en América, Estados Unidos bien pudiera erigirse como ¨campeón olímpico¨ en esa perniciosa e injusta práctica, mientras que Bahrein en la región asiática va a la cabeza en el mercado de deportistas procedentes de Kenia, Marruecos, Etiopía y otros países. Allí están los casos de la etíope Maryam Jusuf Jamal, titular mundial en los 1.500 metros planos o del keniano Gregory Koncellah, quien cambió su nombre por el de Youssef Saad Kamel, dos ejemplos de otros tantos que ahora compiten por Bahrein.

Hace muy poco en los Juegos Olímpicos de Beijing, vimos cómo el keniano Bernard Lagat compitió bajo bandera norteamericana, como también lo hizo el vallista corto ecuatoriano Jackson Quiñonez pero representando a España en la cita olímpica, aunque su esfuerzo se lo dedicó a su país de origen.

En escenarios chinos apreciamos muchísimos casos de esa lamentable tendencia. Los brasileños Renato Gomes y Jorge Terceira representaron a Georgia en el torneo de voli de playa, incluso llegaron hasta cambiarse sus nombres por los de Geor y Gia. El velero argentino Diego Romero, se enfundó la chamarreta de Italia y le aportó una presea de bronce. Y así pudiéramos revelar otros casos más, que cheque de por medio cambian de bandera y nacionalidad tan fácil como tomarse un vaso de agua.
¿Qué hacer?, es la pregunta.

Muchísimas cosas, entre ellas, transformar definitivamente este mundo desigual que nos ha tocado vivir, en el que el deporte se ha convertido en un jugoso negocio. No es tarea fácil ni de unos pocos, sino de todos.























































































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